sábado, 12 de diciembre de 2015

Diario de un Incomprendido - Día 2

Nos volvemos a encontrar las caras, querido Diario. Hoy ha sido un día apacible, sin muchas novedades, en el que he hecho un poco de todo, pero sobre todo he empezado a reflexionar sobre la influencia consumista en las personas, además de la gran hipocresía que nuestra sociedad presenta. ¿Es acaso normal que, al pasar por un tumulto de gente que ha salido de un funeral, solo escuches cotilleos sobre quién ha ido y quién no a tal acto? ¿O es también normal el hecho de que gente que se queja de manera contínua sobre su situación económica esté comprando cosas caras en los establecimientos más caros?

No logro encontrar una explicación razonable a esas preguntas. La hipocresía de la gente es algo que, como ya te estaba explicando, permuta en nuestra sociedad, y por la que yo mismo me siento perjudicado, y sé perfectamente que las personas que me rodean son en gran medida las personas más hipócritas que puedo encontrar. ¿Por qué puedo formular esa hipótesis tan escéptica? Porque la gente que me rodea, para ser cortés conmigo, me seduce con palabras bonitas, cuando en realidad lo único que desean hacer es clavarte un puñal en la espalda. Muchas veces son, como quien dice, "buenos actores" y disfrazan su hipocresía de amistad. Otras veces, no son tan "buenos", y su hipocresía y gorroneo son muy visibles. Este sería el caso del que crees que es tu amigo, pero en realidad solo quiere aprovecharse de tí.

Bueno, querido Diario, tras este terrible argumento filosófico que te he formulado, y que, sinceramente, lo único que hace es que logre formularme más preguntas acerca de él (cuán socrática bayéutica), ¿será que yo soy una persona que no encaja en ningún grupo social? ¿Seré yo un prototipo real del personaje barojiano sin rumbo en su vida? ¿Es posible que algún día alcance la felicidad? ¿O seguiré buscando entre la inmensidad de mi oscura existencia?

Son muchas preguntas las que mi cabeza se formula, tantas que apabullan mi mente entre sollozos en la penumbre de mi lecho. Mejor descansar y olvidar, y así poder pasar página (claramente, a la página 3, el ser humano no puede cambiar....).

Quién me iba a decir, que acabaría contando mis penas a este diario que ni recordaba poseer....


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